jueves, 24 de agosto de 2017

La sinrazón de todos los días

La sinrazón de todos los días

Y cada peor y cada vez más odios
en un mundo tan viejo como las personas
que se sienten abatidas
dudando entre el por qué y él para cuándo.
Pero el mundo seguirá girando alrededor del sol
a treinta kilómetros por segundo;
volverán a enamorarse los jóvenes
y los ancianos seguirán soñando
con sabe dios que tarde de lluvia.
Pero otras guerras te desgarrarán por dentro,
otros desertores seguirán viviendo en palacios de cristal,
otros otoños salpicarán tu rostro lleno de lagrimas
cuando busques una mano que te salve del naufragio
y vuelvas a sentir que lo mejor del invierno es la primavera
en la que volverás a sacar tus vestidos del alma.
Habrá llantos en las mañanas dulces de café y tostadas
cuando tristes noticias salgan de una radio herida,
escupirá el móvil imágenes mil veces repetidas
y otra tormenta de dolor sacudirá lo más oculto.
Entonces te quedará el cine y los libros,
subir a alguna montaña para gritar a la luna,
bajar, de vez en cuando, a los infiernos,
aullar palabras que no valen nada
para huir de los intransigentes que te mirarán
desde los cielos de la perversidad.
Cómo duele la tristeza de la sinrazón,
los dioses inútiles tantas veces creados
en la desesperación de vacios existenciales.
Nos seguiremos levantando tras las caídas,
con la felicidad más cotidiana
de un paseo, de unos besos o de una ducha tibia,
o cuando llego y las velas me devuelven
la verdad más fresca de vivir.


David J. Calvo